Los Omega-3 son un conjunto de ácidos grasos esenciales poliinsaturados que el organismo necesita pero que no puede producir a partir de otras sustancias. Las mayores fuentes de omega 3 las encontramos en pescados azules de agua fría como el salmón, el arenque, las sardinas o la caballa. Se ha descubierto últimamente que estos ácidos grasos esenciales también se localizan en algunos vegetales como la salvia hispánica o las semillas de chía, que contienen aceite omega 3 en porcentajes de más del 50%.
La ingesta diaria de Omega-3 ayuda a mantener el nivel de colesterol en sangre en niveles adecuados y contribuye al funcionamiento correcto del corazón. Es un gran reductor de la concentración de triglicéridos, produce vasodilatación y es antitrombótico. Reduce la presión arterial.
Se ha demostrado experimentalmente que el consumir con regularidad Omega -3, por su contenido en Ácidos Eicosapentaenoico (EPA) y Docosahexaenoico (DHA), contribuye al funcionamiento normal del corazón, a la vez que previene y disminuye la incidencia de problemas cardiovasculares.
También se atribuyen al consumo de Omega-3 efectos beneficiosos sobre el cerebro, manteniendo el funcionamiento normal del mismo. Es además de ayuda en el mantenimiento de la visión en condiciones normales.
Subrayar su acción antiinflamatoria, siendo un gran aliado en casos de artritis reumatoide, inflamación intestinal y problemas de la piel (eczema y psoriasis).
La Vitamina E contribuye a la protección de las células frente al daño oxidativo.
Este complemento alimenticio es ideal para todas las personas que no consumen pescado de forma habitual en su dieta.
Según varios estudios clínicos realizados durante los últimos 30 años, los efectos beneficiosos de los ácidos grasos Omega-3 se notan de manera significativa después de 3 meses de ingestión.